Hoy es el día (4 de enero)

Tom Dieusaert
4 min readJan 6, 2021

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Un año especial

4 de enero: Tengo varias visitas hoy y me doy cuenta que tengo que gestionarlas. Nunca entendí porque te arman un esquema de visita en los hospitales pero tiene su lógica. Cada persona tiene su nivel de energía, algunos te relajan y otros te estresan, porque no saben desenvolverse en algún ambiente puntual, como puede ser una cocina. Además el hecho de estar encerrado puede tener como efecto que uno pierde más rápido la paciencia o se pone de humor espinoso.

Con toda la moda new age que se acentuó con la pandemia, no falta quien te da consejos sobre tu bienestar emocional. Siempre se halaga a la ‘actitud positiva’, eso de ver el vaso medio lleno etcétera. Te dicen ‘pero nóóó, podría haber sido mucho peóór’ ‘mira a este, ese sí tiene problemas’ ‘tenes que mirar para el lado bueno, ahora tenés tiempo para escribir…’

Mire pa’lante

Pero creo que ser positivo, mirar para adelante, no siempre es lo más indicado. Porque el mirar al futuro también te ciega de alguna forma, es una negación de tu situación de ahora, que no es ni malo ni bueno: es diferente.

Es como la pandemia: nos pasamos semanas, meses, mirando noticias sobre números de contagios y muertes, quejándonos sobre los chinos y sus gustitos raros de comer murciélagos y pangolines, sobre los políticos que nos encierran, o al revés sobre los políticos irresponsables que no aplican la cuarentena con rigor, nos proyectamos sobre la vacuna, el dióxido de cloro (CDS) y teorías de conspiración, pero todo en un marco de negación. Como que el virus es algo que no debería estar. Debe desaparecer para que volvamos a ‘la normalidad’ (que es el pasado realmente). Como cuando dicen a un estudiante que tiene exámenes: un pequeño esfuerzo y ya terminas este periodo de mierda. Pasar al mal trago y seguir para adelante… El pensador positivo considera que su situación actual es algo que tiene que meter debajo de la alfombra, ignorar.

El Pangolin

Alrededor del mediodía me encuentro con una zona de guerra en el living donde quedaron a dormir las adolescentes. Tengo que apurarlas para que se vayan a casa porque en un rato viene Wouter, un amigo belga para charlar sobre un proyecto ecológico que viene en camino. También cae Claudio, mi amigo Chileno desde Capital. El hasta hace poco trabajaba cerca en un hotel y me ayuda bastante con la logística de la rengitud.

Wouter trajo carne con sobras del asado de ayer, papas a la mayonesa y tengo verduras de la huerta. Wouter tiene experiencia en los negocios — entre otros Fanbag — y tiene esa virtud de bajarte las malas ideas de un hondazo, sin ofenderte. Luego de una charla fructífera, Wouter tiene que ir a buscar a su familia en la estación fluvial.

Pago difícil

Al toque llega Luis que me iba ayudar a pagar unas cuentas. Luis tiene una autoescuela y ahora tiene demasiado trabajo y se debate entre la idea si eso es bueno o malo. Tiene 20 mensajes de Whatsapp no leídos y seis llamadas perdidas. Le digo que se olvida, total que él tiene otras mil cosas que resolver, lo más importante fue su visita.

Digo cuentas a las facturas de servicios porque en Argentina las ‘facturas’ son comestibles: son medialunas, croissants y productos afines. Algunos aca a las cuentas (facturas) le dicen ‘impuestos’, aunque técnicamente no tiene nada que ver, bueno una factura por general incluye algún impuesto.

Bueno, la cuestión es que en las facturas se nota el talento argentino para el despelote. Para empezar no se entiende nada de las facturas. No están uniformizadas entre varios servicios, algunos son mensuales, otros bimestrales. Están llenos con referencias a leyes ya caducas y con suerte encontras el monto que tenes que pagar, entre otros montos que deberías haber pagado, otro monto que te van a descontar, cuando pagas todos los montos juntos.

Después están varios vencimientos. Esos vencimientos es una forma de exhortar al cliente a pagar más rápido, porque te van sumando recargos si pasas el día límite, pero estos recargos son tan mínimos que a veces duda si están acorde con la inflación. Lo más llamativo es que por ejemplo con la factura del agua, si no pagaste a tiempo, la factura misma ya no sirve.

Lindo quilombo!

Vas a un ‘Pago Fácil’ y no te lo aceptan porque ya no funciona el código de barra. Lo más lógico sería actualizar el monto con el interés en el mismo código de barra, pero no. Tenes que ir a una oficina de Aguas Argentinas para pedir una factura nueva, pero por la pandemia no están atendiendo (seguro porque el sindicato de ‘los trabajadores del agua’ hizo ‘una medida de fuerza’).

‘Hacen todo para que no pagues,’ dice Claudio, sin ironía alguna. Me sugiere que no pague por unos meses, que me meta en un plan de pago y termine pagando menos porque el monto original se achicara con la inflación. Lo reconfortante es que los inmigrantes en este país, tarde o temprano se van a ir adaptando a las costumbres peculiares.

el día anterior: 3 de enero

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Tom Dieusaert

Reporter. Writer. South America. Twitter @argentomas. Recently published “Rond de Kaap: Isaac le Maire contra de VOC".