Volver al futuro (25 de enero)
Vamos cada día mejor con el pie. El traumatólogo ya me reconoce cuando aparece en la sala de espera. Aunque hay una orden por número que se muestra en la pantalla, para ir desde la sala de espera al consultorio, el doctor siempre viene caminando por el pasillo desde los consultorios a buscar los pacientes. Saluda a todos y llama a los pacientes de a dos. Se ve que es un tipo inquieto y le gusta caminar por los pasillos. Por el porte creo que practica o practicó el rugby, la mejor escuela de traumatología.
Cuando me toca a mi, esta muy contento con los avances. “Vas muy, pero muy bien,” “Cuando fuiste operado?” Me pide refrescarle la memoria. “A finales de diciembre”, le digo. “Muy bien, impecable, la piel y todo…Bueno, ya estás a mitad de camino. La semana que viene podes arrancar con kinesiología.” Me permite nadar y hacer bicicleta estacionaria. Cuando estoy afuera esperando a un remis, no puedo creer que esto esté avanzando tan rápido, parece mentira.
Mientras en el 2035
En la película Doce Monos, Bruce pudo escapar del manicomio en 1990, volvió al 2035 con la máquina de tiempo, después de conocer a una psiquiatra (muy linda), que por alguna razón no cree que esté totalmente chiflado y escucha. Es un poco complicado el tema de los tiempos porque Bruce viajó por error al 1990 y realmente tenía que ir al 1996 y así va y viene ida y vuelta un par de veces. Además de otras películas futuristas — pensemos en Marty McFly de Volver al futuro que pega onda con su madre — hemos aprendido que un sujeto que vuelve al pasado no puede modificar el pasado, porque así también cambiará el futuro.
En algún momento encontramos a Willis en una silla levantada interrogado por los científicos de 2035 y ya ni se da cuenta si esta es la realidad o un sueño que está soñando en un pasado. Tiene los tiempos cruzados y es totalmente entendible ya que el lector también pierde un poco la noción. Ahora, ahí Bruce saca una sabiduría que me parecía muy impactante y correcta: “Entiendo que tengo una tarea para salvar el mundo, pero no me acuerdo si me estoy imaginando el futuro o volviendo al pasado… Me gusta la doctora y quiero estar con ella.”
El ser humano tiende a sobrepensar las cosas mientras que debería estar siempre haciendo lo que le gusta. Seguir a su corazón. La mente tiene que acompañar a discernir, a entender pero es el corazón que debe tomar las decisiones. Sin eso, uno realmente está perdido en el tiempo.