Piano a cuatro manos (22 de enero)
Anoche entregué mi parte del reportaje sobre el regreso del Boeing 737 MAX que ya está volando en Brasil y en Estados Unidos con la aerolínea American Airlines. En estos días — se estima para el 26 de enero — el regulador europeo EASA le va dar la luz verde de nuevo a este avión controversial con el cual hubo dos accidentes en 2018 y 2019.
La cooperación
Pude concretar un encargo para una revista belga de ciencia popular que se llama EOS. Esta vez estoy compartiendo el trabajo con una colega que apenas conozco a través de las redes pero aparentemente tiene el mismo interés en el tema. Ella va ser la parte de las agencias de viajes y ver si el público tiene ganas de subir de nuevo a ese avión, mientras que yo tengo que entrevistar a pilotos y hacerme cargo de la parte técnica, de los cambios que implementó Boeing luego de que el software falló (¡espacio publicitario!: justamente el tema de mi libro mas reciente System Error, accidentes aéreos modernos).
Bueno en teoría perfecto: la verdad es un embole trabajar solo como freelance y siempre es mejor compartir un proyecto y tener feedback aunque eso quiere decir que la paga se divide en dos. Por otro lado de alguna forma apuesto a que mi colega va poder sumar textos en el futuro a un blog (Crash Investigators). Todo va perfecto y suave. Ella entrega su texto antes, ya el martes porque la apuraba. El texto lo vi un poco verde y sin muchas citas fuertes (Si un entrevistado dice: “la verdad, no sé bien qué decirte. hasta ahora no hemos tenido casos” para mi no es una cita y hay que seguir buscando mejor material) así que lo envio de vuelta a la cual ella me responde “Y cuando recibo el tuyo?” Claro, yo me veo como el senior journalist y a ella como la aprendiz y ella nos ve como iguales.
Sube la temperatura
Entrego el jueves a la noche (me quedo trabajando hasta las 2 de la mañana e incluyo la entrevista con Dennis Tajer que hice el lunes en la clínica). En la mañana hablamos por WhatsApp y ella me dice “me gusto mucho tu texto, lo podemos editar y enviar el lunes” (deadline). A mi me gusta siempre sacar los pancitos cuando están calientes así que respondo “Mmmm…porque no lo hacemos hoy así que el editor para lunes a la mañana lo tiene en su escritorio?” Ella asiente. “Entonces junto los dos textos, lo reviso y te lo mando, dale?” me dice. “Dale”, le respondo.
La verdad el viernes a la mañana todavía estoy medio dormido y sin muchas pilas. Pero ahí.. meto la pata. Una cosa es que hay dos investigadores de un artículo periodístico, dos entrevistadores pero solo hay una persona que escribe, un editor que pone su sello. Cuando ella me envía el supuesto texto final, veo que metió bastante mano con mi texto, movió partes, sacó “conectores” (esta palabra me enseño Kimberley del Plan Medico) y peor … tocó los términos aeronáuticos que son deben ser muy precisos. Así un trim stab (una superficie que se mueve en la cola) no es lo mismo que el speed trim (un software en la computadora de vuelo, la FCC). Así la tengo que corregir y mandar el texto de vuelta. Ella se enoja y la cuestión ya nos sale de las manos: Choque de egos.
Cuatro manos, un dirigente
Realmente acá el problema no es si “esta frase” o “la otra cita” … el problema es que solo puede haber un ejecutor final de la obra. Yo quise delegar pero no la confíe lo suficiente al nivel de contenido y menos como editora. Un poco histérico, perfeccionista, ingenuo o descuidado de mi parte, depende de cómo uno lo vea. Así que estuvimos tocando el piano a cuatro manos. Por suerte como el contenido estaba claramente dividido (yo las primeras dos páginas y ellas las últimas dos) el resultado no suena como una cacofonía. Sin embargo, la entrega termina siendo un parto.
Al final los dos terminamos de hacer concesiones. “Meter agua en el vino”, dicen en flamenco, que es algo como: “No tenés que pretender todo lo que querés.” o “A veces te toca hacer concesiones.”
Por esta expresión, se nota que los flamencos son cerveceros y no saben nada de vino. Es como un arquitecto que hace una casa modernista y le pone unas ventanas estilo Tudor y un techo gótico. Cualquiera. Un artículo debe tener una cadencia, un lenguaje, como si una persona te lo estuviera contando y explicando. Tiene que haber coherencia de estilo. ¿A quien se le ocurre meter agua en un buen vino? No, creo al final es mejor pelearse un poco para un buen resultado.